
Esta semana nos enterábamos de que la Asociación Médica de Israel (IMA), constituida por el 90% de los médicos del país, ha manifestado su lucha contra las horribles terapias de conversión homosexual, tratando de «curar» a las personas gays de Israel.
“Existe un peligro especial en recomendar a los niños y adolescentes a un tratamiento destinado a cambiar la orientación sexual (…) ya que no hay lugar para ningún tratamiento basado en el supuesto de que la homosexualidad es una enfermedad o un trastorno que requiere tratamiento y se ha demostrado que estos tratamientos no son efectivos y podrían causar daños mentales”.
A pesar de que este movimiento se ha inscrito en la Asociación de Psiquiatría de Israel y ha sido apoyada por muchas organizaciones médicas y del colectivo LGTB+, existe un miedo común por las prácticas sin licencia que llevan a cabo estos tratamientos muy presentes aún sobre todo en las áreas más conservadoras.
La presidenta de la Asociación LGBT+ de Israel declaró que el objetivo es “fortalecer a las organizaciones LGBT+ religiosas, ayudándolas a alcanzar jóvenes que pueden estar en riesgo de recibir un tratamiento de conversión”.
Lejos de excluir de su lucha a la Iglesia, esta asociación quiere que trabajen juntas para evitar que ningún menor sea expuesto a alguna de estas peligrosas terapias.
Es un gran paso para Israel que una entidad médica quiera prohibir estos procesos, pero es necesario llegar al parlamento y que ponga en práctica una ley que realmente los prohíba, como argumentaba el portavoz de la Asociación de Padres Gays de Israel. Así sucedía esta semana en Denver, Colorado; cuando el alcalde Michael Hancock prohibía el uso de estas terapias, uniéndose así a los 13 Estados que ya prohíben las terapias de conversión para menores de edad.