Cultura

Historia reciente del movimiento LGTB+: los años 80 en España

La década de los ochenta estuvo condicionada por dos factores de enorme trascendencia. Por un lado, la aparición de un enemigo inesperado, la pandemia del SIDA, que en aquellos años se cebó especialmente con la comunidad gay

Y, por otro lado, la progresiva normalización de la homosexualidad, un proceso que, en España, asistió a la visibilización del movimiento LGTB+ de esta opción sexual desde los más diversos ángulos: cine, música, política, arte, etc.  

Fue el 5 de junio de 1981 cuando un enigmático virus –el VIH– se mencionó por primera vez en una publicación médica. Desde ese momento, un torrente de noticias marcó un punto de inflexión para la comunidad LGTB+ en todo el mundo. La muerte de importantes personalidades de orientación homosexual, como el pensador francés Michel Foucault en 1984 o el actor Rock Hudson en 1985, todo ello unido a la ignorancia que aún gravitaba sobre la nueva enfermedad -muchos pensaban que con un solo beso en la mejilla había riesgo de contagio-, constituyó la ecuación perfecta para la discriminación de nuestro colectivo, fenómeno retratado en la famosa película norteamericana Philadelphia (1993).

En España en general, y en Sevilla en particular, esta nueva enfermedad se vivió con gran pesar. En primer lugar, por la triste desaparición de muchos compañeros del colectivo LGTB+. En segundo lugar, por el rechazo social impulsado desde ciertos sectores hacia el conjunto de los gays -el caso Arny, de 1995, no fue más que el fruto de esta estigmatización-. Y, en tercer lugar -esto fue aún más penoso-, por la discriminación llevada a cabo especialmente hacia los seropositivos, incluso desde el mismo mundo gay.

Lo más esperanzador de este fenómeno fue la reacción cívica de parte de la sociedad ante este problema y la constitución de diversas organizaciones que llevaron a cabo una gran labor didáctica y solidaria sobre el SIDA, todo ello en el contexto de la normalización del hecho homosexual. En efecto, pese al panorama descrito, los ochenta fueron también años de visibilización del colectivo LGTB+, proceso imparable en Occidente y que en España adquirió tintes singulares debido a que esta década fue la que recogió los mejores frutos de la Transición política y de la lucha que muchos gays y lesbianas emprendieron por su libertad en los 70.

Así, en el marco de la llamada Movida y el renacer cultural español de los 80, cabe destacar algunos hitos sobresalientes, como la exhibición en las salas de cine de la película de Pedro Almodóvar La Ley del deseo, la difusión de temas musicales como ¿A quién le importa? -Alaska y Dinarama- y Mujer contra Mujer -Mecano-, la repercusión literaria de autores como Juan Goytisolo, Luis Antonio de Villena y Terenci Moix, o el impacto que tuvo en aquellos años la sensual y mediterránea obra pictórica del tarifeño Guillermo Pérez Villalta.

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Almodóvar, Alaska y McNamara

A toda esta efervescencia cultural se unieron grandes conquistas políticas y sociales como, por ejemplo, la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social -dirigida contra elementos antisociales, entre ellos gays y lesbianas- o la retirada por parte de la OMS de la homosexualidad como enfermedad mental. En este proceso de visibilidad, no podemos olvidar la recuperación urbanística y social del barrio de Chueca en Madrid, un símbolo de normalización en la capital de España, o la consagración en los 80 de destinos turísticos abiertamente homosexuales como Sitges o Torremolinos.

En Sevilla, los 80 también estuvieron marcados por una progresiva y lenta normalización de la condición homosexual. Fueron tiempos en los que muchos locales de ocio se definían ya abiertamente como homosexuales, años en los que diversas organizaciones trataban de mejorar los derechos de los gays y lesbianas, una década en la que la cultura sevillana más vanguardista planteaba también sugerentes debates en torno al hecho homosexual

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Los Costus: Enrique Naya y Juan Carrero

En resumen, el movimiento gay en España durante los 80 basculó entre dos importantes frentes abiertos: la lucha contra el SIDA y el difícil camino de la normalización. En el marco del final de la Transición política y el renacer del ocio y la cultura vinculado a las distintas “movidas”, el avance para el colectivo LGTB+ fue inmenso en comparación con la década precedente.

Fueron años fundamentales de cara al mucho trabajo que aún quedaba por hacer en el movimiento LGTB+, un recorrido que proseguiría en los 90 y del que se han obtenido importantes beneficios en el siglo XXI.

 

César López

Doctor en Geografía e Historia

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