
En la noche del 28 de junio de 1969 una operación policial contra el pub Stonewall cambiará el curso de la historia de los gays norteamericanos y, por extensión, de todo el mundo. Las autoridades del momento no se percataron de que, al contrario del silencio habitual de otras ocasiones, la comunidad homosexual esta vez despertaría. Aquella redada tuvo como excusa la prohibición de vender bebidas alcohólicas a los homosexuales, pero en este caso los clientes se negaron a identificarse y muchos gays se concentraron en la puerta del local como señal de protesta. Todo derivó en revueltas y disturbios durante seis días.
Esta resistencia se considera como el primer capítulo de la reciente lucha de la comunidad LGTBI. Fue justo un año después de estos incidentes cuando se celebró la primera marcha de liberación homosexual en Nueva York. Participaron más de 5.000 personas en un día de orgullo gay que tuvo una rápida réplica en otras ciudades americanas como Chicago, Los Ángeles y, cómo no, San Francisco.
La mecha había prendido en América y el éxito de los disturbios de Stonewall cruzará el Atlántico para llegar a una Europa que desde Mayo del 68 asistía también a un gran cambio de mentalidad. La lucha por los derechos de los gays se insertó así en el contexto de la revolución sexual de los 60, el movimiento feminista y la lucha por los derechos civiles de las minorías raciales.
En los 70 y 80 estos movimientos luchaban por la derogación de leyes que penalizaban las prácticas homosexuales. En nuestro país, por ejemplo, muchos y muchas recordarán aún la famosa ley franquista de vagos y maleantes, que incluía penas de hasta cinco años de internamiento en cárceles o manicomios para los homosexuales y demás individuos considerados “peligrosos sociales”. A pesar de que durante el periodo democrático esta ley no fue aplicada continuó teóricamente vigente hasta su derogación en el año 1995.
En los 90 y el cambio de siglo, además de luchar por la despenalización de las prácticas homosexuales en el resto del mundo, el movimiento LGTBI en Europa tenía como objetivo conseguir el reconocimiento de las uniones civiles y el matrimonio entre personas del mismo sexo. En 2001 los Países Bajos se convirtieron en el primer estado del mundo en legalizar los matrimonios homosexuales con la primera boda celebrada en el ayuntamiento Ámsterdam el 1 de abril de ese mismo año. Siguieron esta senda estados como Bélgica en 2003, España en 2005, Noruega y Suecia en 2009, Portugal e Islandia en 2010, Dinamarca en 2012, Francia en 2013, Reino Unido en 2014, Luxemburgo e Irlanda en 2015, Finlandia en 2017 y Alemania en 2017.
Hoy día, con unos derechos que avanzan imparables para la comunidad LGTBI -aunque seriamente amenazados en muchos países del mundo-, siempre es bueno mirar los inicios. Todo comenzó aquel 28 de junio de 1969 en un local llamado Stonewall, que hoy sigue abierto al público y se ha convertido local de culto para el movimiento LGTBI.