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Monjas lesbianas que históricamente rompieron los roles establecidos

Os contamos las historias reales de 5 monjas lesbianas que conmocionaron a la religión y revolucionaron los cánones impuestos por la sociedad tradicional

El pasado 14 de octubre de 2021 se estrenaba en cines la película Benedetta. Lejos de escandalizar, destapó una realidad que muchos aún no se creen, monjas lesbianas. A lo largo de la historia existen varios registros de religiosas que participaban activamente aún en las congregaciones que pertenecieron al colectivo LGTB+.

Han sido numerosas las que decidieron hablar libremente de su sexualidad a pesar de las consecuencias que esto podía acarrear. Algunas se han convertido en grandes escritoras, otras tomaron el camino de la política incluso luchando contra dictaduras e influenciando en la educación pública.

Rebel Hearts, del director Pedro Kros habla de las Hermanas del Inmaculado Corazón de Los Ángeles. Cuenta la historia de estas hermanas de la orden religiosa de Los Ángeles, testimonios de quienes pertenecieron a la congregación.

Pedro Kros, da visibilidad a este grupo de monjas que puso patas arriba a la Iglesia. Con tintes feministas e intelectuales, se convirtieron en científicas, artistas y hasta funcionarias del Gobierno. Un documental para saber más sobre la historia de las monjas lesbianas que han marcado un antes y un después, inspirador y enigmático.

Las 5 monjas lesbianas que hicieron temblar a la Iglesia:

Benedetta Carlini

El caso de la misma, en la cual, Paul Verhoeven se inspiró para lanzar su película. Carlini vivió durante el siglo XVII en la Toscana italiana. En 1989, la escritora Judith C. Brown descubrió los archivos de juicio que la Iglesia hizo en contra de la monja. Decidió escribir un libro sobre la apasionante historia de Benedetta, Afectos vergonzosos: sor Benedetta, entre santa y lesbiana.

Carlini se llegó a considerar incluso milagrosa hasta el momento en el que se enamoró de Bartolomea, una joven que se unió a su misma congregación.

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Sor Juana Inés de la Cruz

Podríamos decir que es una de las monjas LGTB+ más reconocidas de todos los tiempos. La historia de sor Juana Inés de la Cruz no deja indiferente a nadie.

Juana Inés de Asbaje tomó el camino religioso para poder estudiar y escribir, quería dejar huella. También, existen versiones donde mantuvo relaciones con la virreina Maria Luisa Manrique de Lara. Según escritos históricos, se tiene constancia de más de 50 poemas de amor dedicados por sor Juana a la virreina. Esta le llamaba de manera cariñosa Lisi.

Transgresora donde las haya, sor Juana abrió la veda al libre amor y sentimiento. Vivió sin pudor el romanticismo hacia su amada.

“Yo adoro a Lisi, pero no pretendo
que Lisi corresponda mi fineza;
Pues si juzgo posible su belleza,
A su decoro y a mi aprehensión ofendo”.

A través de estas palabras, sor Juana deja claro que ama a la monarca. Los votos de castidad debían ser respetados por lo que sabía que su amor nunca llegaría a buen puerto, además, la jerarquía impuesta en esa época prohibía rotundamente que la virreina mantuviese una relación con una plebeya.

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Sandra Pavez

Este es uno de los relatos de mayor actualidad, no todos van a ser de la época medieval. Este, trata de la historia de Sandra Pavez, una ex monja chilena que desde 1985 se dedicó a ser maestra en un colegio religioso.

Sandra decidió salir del armario en 2007 como lesbiana. En el momento en el que reveló quien de verdad era y cómo se sentía, el obispo de San Bernardo, Juan Ignacio González Errázuriz, le revocó su certificado de idoneidad como maestra. En Chile, según la Constitución de la dictadura de Pinochet, aún se permite a la Iglesia quienes pueden impartir clases de religión en las escuelas. A sus ojos, Sandra, por ser lesbiana, no cumplía con los pareceres indicados para ser profesora.

No volvió a dar clases y desde entonces busca justicia. Su caso se llevó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos para la reparación del daño y el reconocimiento de su validez como maestra de religión. Lleva más de 14 años sin ejercer su profesión debido a su inhabilitación por su orientación sexual.

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Bridget Coll

Otra de las monjas que hicieron que Chile temblase, fue Bridget Coll. Nacida en Irlanda en 1934, vivió algunos de los momentos más importantes de su vida en Chile.

A la temprana edad de 15 años decidió entregar su vida a la religión y convertirse en monja. Se unió a una congregación situada en Inglaterra, para más tarde trasladarse a los Estados Unidos. Ya allí comenzó su reivindicación política y se opuso a las doctrinas de la Iglesia sobre el control de la natalidad. Allí conoció a otra monja de la cual se enamoró, Chris Morrisey.

Ambas decidieron trasladarse a la misma orden religiosa para continuar juntas. Sin embargo, hubo un cambio de planes para las enamoradas. Decidieron implicarse en la política e ir en contra de la dictadura tan represiva de Pinochet. Finalmente, en 1989 la pareja renunció conjuntamente a su congregación y se trasladaron a Canadá, donde vivieron el resto de su vida en paz y armonía como pareja.

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Catalina de Erauso

Se puede decir que su historia es una de las más fascinantes de todas. Catalina de Erauso, más conocida como Monja Alférez, nació en España en el siglo XIV. Comenzó su relación con la Iglesia a la temprana edad de 4 años. Con 15 años se escapó, y para no ser reconocida se disfrazó de hombre y se embarcó en solitario a Perú buscando nuevas oportunidades de futuro.

Catalina era lesbiana y se involucró en varios trabajos tradicionalmente relacionados con los hombres. En estos mantuvo relaciones con las mujeres de los empleadores. Para escapar de los problemas de amorío, se alistó en el ejército en Chile, aquí alcanzó el puesto de alférez. Su historia es tan curiosa que le gustaba mucho jugar a las cartas, asesinó a varios hombres a raíz de riñas por el juego, toda una valiente.

A razón de esto, fue sentenciada a muerte. Huyó a Argentina y a Bolivia antes de volver a Perú, donde finalmente le arrestaron. Antes de su ejecución pidió ver a Agustín de Carbajal, obispo de Lima, a quién contó la historia de su vida. Conmovido, este le perdonó la vida.

Este no fue su final, le sentenció a vivir en el Convento de las Clarisas de Huamanga.

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