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Educación para la libertad. ¿Te consideras una persona libre?

Entiendo que ésta es una pregunta bastante difícil de responder. ¿no crees?, y lo considero así porque la libertad tiene muchos matices y dependiendo del prisma con el que la miremos, podremos pensar que la disfrutamos diariamente y sentir que es indisociable a nuestra vida, o creer por el contrario que cada vez estamos más lejos de ella, cual quimera anhelada, que se nos escapa de las manos

La Declaración Universal de Derechos Humanos (París, 1948) vino a refrendar y a consensuar valores y principios básicos que sustentan la convivencia en gran parte de los países del mundo, y aunque todos son importantes y necesarios, el derecho a la libertad me parece que debe gritarse ahora con más fuerza que nunca: libertad para vivir en paz y, por supuesto, libertad para explorar, sentir y manifestar todas las diversidades de género que constituyen al ser humano.

Valorando positivamente que un primer paso ya fue dado al acordar el derecho a ser libres y dejar el compromiso de su cumplimiento por escrito, es evidente que debe seguir siendo una tarea educativa de todxs continuar trabajando para que acabe formando parte inherente de nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y acciones en el día a día, y que no se quede solamente en buenas intenciones.

La libertad la podemos definir como la capacidad que tenemos las personas para elegir la forma en la que queremos vivir dentro de la sociedad.

Así, el filósofo José Antonio Marina la concibe como la gran hormona del crecimiento que tienen los países: sin ésta, el mundo se estrecha e involuciona. Sin libertad no habría creatividad, ni diversidad ni posibilidades. Solamente inmovilismo y reproducción en serie.

Más de un alumnx me ha dicho en alguna ocasión: “maestro, el instituto es una cárcel”, refiriéndose a que existen muchas normas y obligaciones que hay que cumplir y que les impiden ser libres para hacer lo que les plazca.

Pero los centros educativos, como agentes primordiales de socialización de la población, no son más que un microescenario de la vida, unos lugares de ensayo con la obligación de prepararnos para que aprendamos a ser lo más libres que deseemos ser en el mundo real, y ello implica aceptar que la libertad va unida a la responsabilidad, a límites, a consensos y también a muchas renuncias.

Educar en y por la libertad supone poner en práctica y desarrollar diferentes herramientas o habilidades. Os destaco algunas que considero fundamentales:

1. Autoconocimiento. Quien no llega a conocerse en profundidad, nunca puede llegar a ser libre. Saber quiénes somos, lo que nos gusta y lo que no, lo que queremos, lo que nos mueve…, es imprescincible si deseamos saborear las mieles de la libertad.

Solo así podremos elegir sabiendo que, en la medida de nuestras posibilidades, lo haremos desde nuestras necesidades y anhelos, desde la coherencia con la persona que somos o queremos llegar a ser.

Sin libertad no habría creatividad, ni diversidad ni posibilidades

2. Pensamiento crítico y capacidad de reflexión. Solamente puede ser libre un ser inteligente, porque solo un ser inteligente puede escoger. Podemos decir que tenemos la suerte de que muchas decisiones que tomamos son pensadas desde la libertad y es un lujo actual que debería de estar al alcance de todxs. No podemos dejar que se nos arrebate la posibilidad de poder cuestionar, criticar y rebatir aquello que atenta contra nuestros valores democráticos.

Sin una elaboración personal de lo que nos llega por diferentes medios, estamos abocados al pensamiento en masa, a la lobotomización, a la ignorancia y a la estupidez suprema. Si vas a tomar una decisión importante en tu vida, hazlo desde el cuestionamiento y el pensamiento reflexivo, porque solo así tu decisión será más libre.

Educacion libertad3. Estar informadx. Cuanto más desconocimiento tengas sobre algún tema, decidirás con menor libertad sobre aspectos que atañen al mismo. Tomar decisiones nos sitúa en una encrucijada donde debemos decidir qué camino elegir.

Soy consciente de que a veces no queremos tener más que unas pocas opciones, pues ampliar el abanico de posibilidades puede ser abrumador en algunos casos. Pero no podemos olvidar que entre el blanco y el negro hay una gama de grises igualmente interesantes que debemos al menos contemplar si queremos llegar a elegir con madurez y libertad; pues ya lo decía Sócrates: “el conocimiento nos hará libres”.

4. Empatía. Vivimos en una sociedad plural, y la auténtica educación para la libertad es aquella que se orienta hacia el conocimiento de las realidades de lxs demás, que pueden ser igualmente diversas, complejas y tal vez hasta poco cercanas a las nuestras, pero siempre respetables, mientras que no atenten contra las libertades del que tenemos enfrente nuestra.

Aunque la libertad suele estar equivocadamente asociada al individualismo, hacer lo que unx quiera no consiste en excluir la variable “tú, vosotrxs, ellxs” de la ecuación, pues si así fuera, estaríamos atentando contra la misma esencia de unos de los valores de la libertad: el respeto y la mirada comprensiva hacia el otrx.

Ayer terminé de ver la serie Heartstopper y no puedo más que recomendárosla. En ella vamos viendo la evolución de sus protagonistas en aspectos como el despertar de su sexualidad, la comprensión del significado de la amistad, y el descubrimiento y la afirmación de sus deseos y valores, en un entorno y un momento evolutivo (la adolescencia) que suele ser bastante hostil con la diversidad LGTB+.

Cada protagonista lidia a su manera con decisiones que implican ser más o menos libres, y me alegra ver que existen formatos de series que abordan temáticas LGTB+ en clave positiva y ofreciendo modelos (de profesorxs, de familia, de amigxs…) que con su naturalidad y apertura posibilitan el camino de los demás hacia su libertad.

Joaquín Sola Aguilar

Orientador Escolar

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