
La historia se compone de sucesos, muchos de los cuales han sido el resultado de la acción colectiva. Todo movimiento social experimenta un punto de inflexión que marca un antes y un después en su respectiva ola de reivindicaciones para propiciar el cambio de la historia.
El Día Internacional del Orgullo LGTB+ se celebra el 28 de junio en conmemoración de los disturbios de Stonewall (Nueva York, Estados Unidos) de 1969. Esta fecha, considerada la primera ocasión en la Historia estadounidense en que la comunidad LGTB+ luchó contra el sistema que le perseguía, cuenta con su versión cinematográfica en Stonewall Inn (Roland Emmerich, 2015).

Sin embargo, desde el punto de vista ficcional, el séptimo arte no ha brindado tanta visibilidad a la celebración del Orgullo como a los relatos protagonizados por personajes del colectivo. En ello radica el hecho de que, con la llegada de cada 28 de junio, se destaquen títulos para celebrar la diversidad, pero la mayoría de estas películas ni siquiera hacen mención a la manifestación por la igualdad de derechos.
¿Dónde está el cine que muestra la reivindicación por los derechos LGTB+ en diferentes momentos de nuestra historia?
En la gran pantalla, un porcentaje casi total de los personajes que visibilizan la diversidad sexual y/o de género se limita a luchar por sus derechos individualmente. Abundan los títulos donde la LGTBfobia es el centro de la trama y es elemento determinante en la vida de sus protagonistas, obligados a enfrentarse a una sociedad que rechaza toda identidad fuera de la norma. Pero hay vida más allá del drama imperante en estos relatos, y sentir orgullo por la identidad propia también forma parte de ser LGTB+.

Son escasos los largometrajes de ficción que han dedicado escenas a la marcha del Orgullo. Más inferior si cabe es el número de películas cuyo guión se centra únicamente en la reivindicación. No obstante, no se trata de un campo de análisis desierto:
- Mi nombre es Harvey Milk (Gus Van Sant, 2008) rinde homenaje al primer político abiertamente homosexual elegido para ocupar un cargo público en Estados Unidos.
- La vida de Adéle (Abdellatif Kechiche, 2013) introduce la manifestación del Orgullo como parte del crecimiento de Adéle como mujer LGTB+.
- 120 pulsaciones por minuto (Robin Campillo, 2017) emplea el Pride para visibilizar el VIH y luchar contra el estigma social en el París de los años noventa.
- Las leyes de la termodinámica (Mateo Gil, 2018) encuentra en la marcha por la diversidad el escenario ideal para explicar la teoría de la relatividad aplicada al amor.

En este listado de películas, Pride (Matthew Warchus, 2014) merece un puesto muy especial pues dedica la totalidad de su metraje a la reivindicación de derechos. Basada en hechos reales y ambientada en Inglaterra durante la década de los ochenta, la historia es un tributo a la lucha conjunta entre la comunidad LGTB+ y los mineros británicos por la igualdad, una causa común para dos grupos sociales distintos. Porque las diferencias no importan. Tal y como afirman en Pride, “cuando luchas contra un enemigo más grande y más fuerte que tú, tener a tu lado a un amigo que ni sabías que existía es lo mejor que hay en el mundo”.