
Se pasó de una época dictatorial, con falta de libertades, imposibilidad de expresión y carencia de visibilidad; a una época nueva, en la que la diversidad, el desahogo y la ausencia de estas prohibiciones anteriores permitieron la evolución de todo un país. Movimientos sociales como las olas feministas o las manifestaciones por las personas LGTB+ entre otros, comenzaron a ser más visibles y cogieron fuerza en esta época.
Un aspecto fundamental en este cambio fueron los medios de comunicación, y entre ellos, la televisión. Veníamos de unos años en los que la televisión y todo lo que se comunicaba mediante ella se encontraba bajo las órdenes y supervisión de un gobierno opresor y controlador, y, tras la finalización de este, se comenzó a ver en televisión algo nunca antes visto. Se abrió un abanico de nuevas formas de expresión, aparecieron estilos, programas, formas de hablar, personas y discursos totalmente nuevos en la televisión del país hasta aquel momento.
La bola de cristal, con Alaska y sus característicos atuendos presentando el programa; La edad de oro, con conciertos y entrevistas a grupos contraculturales y rompedores de la época como Kaka de Luxe o Radio Futura; o Popgrama con conciertos en directo y retransmisiones de espectáculos novedosos y con valores totalmente opuestos a los establecidos en la anterior época.
Se puede decir que los ochenta fue la época del cambio, un final que dio paso a un nuevo comienzo. Fue el momento en el que el país decidió dar un giro social y cultural (y a su vez político) de 180 grados para empezar de nuevo y partir de una casilla de inicio en la que se escogió jugar con la libertad, la comprensión, la tolerancia, el respeto, la visibilidad y la diversidad, como compañeros de equipo, y no como rivales a batir.
