
Sapir Berman, de 26 años, anunció la semana pasada en una rueda de prensa que comenzará un proceso médico de reasignación de sexo. Esta noche se disputa el partido Hapoel Haifa-Beitar y por primera vez arbitrará tras dar a conocer la noticia.
“Hasta ahora he vivido proyectando una imagen. Como hombre me ha ido muy bien en el colegio de árbitros, en los estudios e, incluso, con las chicas. Pero yo siempre me he visto como una mujer, desde muy joven me atraía mi lado femenino”.
Berman dio a conocer la noticia en la sede de la Asociación de Árbitros de Israel, en Ramat Gan, en Tel Aviv. Sapir aseguró que contaba con el apoyo de Ronit Tirosh, presidenta de la asociación y con el de sus compañeros, así como con el mundo del deporte.
“En mi familia me veían como un hombre, pero cuando que quedaba a solas me sentía una mujer. Tenía envidia del lado femenino”.
“Pensaba que la sociedad no me iba a aceptar. Pero al final decidí salir del armario. Lo hago por mí misma, y también por mis familiares y amigos. Creo que estoy haciendo lo correcto y tengo un respaldo muy amplio”, argumentó ante la prensa. Sapir reconoció que tardó tiempo en tomar la decisión en un entorno profesional tan masculino:
“He llegado a la conclusión de que no puedo ocultarlo más. Ya no tengo miedo de las reacciones de las tribunas, además, me he encontrado con sexistas, insultos y nunca les he dado importancia. Estoy fuerte frente a eso».
«Espero, sinceramente, que nuestra sociedad mejore y sea lo más inclusiva posible para todos los sectores», declaró tras acabar la rueda de prensa. El acto de Berman supone un gran salto para las personas LGTBI, ya que el fútbol supone uno de los sectores en los que más opresión existe para miembros del colectivo.
El colectivo LGTBI en Israel
Israel reconoce abiertamente al colectivo LGTBI. Cuenta con diputados y altos cargos abiertamente LGTBI, y además, tiene leyes a favor de la protección de los homosexuales (pese a que el matrimonio igualitario no existe), pero en cuanto a los derechos de las personas trans, aún existe un vacío legal.
La libertad que se manifiesta en la capital del país, Tel Aviv, no se puede comparar al conservadurismo en el que se encuentra inmerso Jerusalén. Cabe destacar que Israel ha sido acusada en repetidas ocasiones de pinkwashing, término que hace referencia a su «lavado de imagen» gracias al «uso» del colectivo LGTBI.