
El modo en que la sociedad percibe nuestra identidad está determinado por convenciones y discursos sobre los que, difícilmente, podemos actuar. La heteronormatividad y el binarismo de género son construcciones tan arraigadas en el imaginario colectivo que resultan barreras a la hora de manifestar abiertamente la individualidad.
En una sociedad donde las apariencias tienen gran relevancia, la mayoría de quienes la componen se limitan a juzgar a una persona por su físico, expresión de género, actitud, o gestos. Las primeras impresiones importan, pero es imposible que se pueda conocer a alguien en un primer contacto.
Aquí es cuando actúa la asunción, es decir, dar por sentado que alguien se define únicamente por su apariencia. ¿Quién no ha caído alguna vez en esta trampa? Y lo que quizá nunca nos hemos planteado: ¿Cuántas veces habrán asumido nuestra identidad simplemente por nuestra apariencia?
‘Passing’ es un término anglosajón que define el hecho de ser percibido socialmente como una persona con una identidad sexual o de género concreta en función de la apariencia y sin tener en cuenta cómo dicha persona se identifica.
Obviamente, este término no afecta solo a personas que se identifican como LGTB+. Por ejemplo, una persona puede pasar por alguien de menor edad, por pertenecer a una determinada clase social diferente a la suya, o por ser homosexual sin identificarse como tal.
En el contexto LGTB+, ‘passing’ se produce cuando la sociedad atribuye a un individuo una identidad de género y/o sexualidad en función de su apariencia y la forma en que actúa.
De este modo, existen numerosos casos: una persona homosexual / lesbiana / bisexual / pansexual / asexual que pasa por heterosexual, una mujer trans que pasa por una mujer cisgénero, un hombre trans que pasa por un hombre cisgénero, una mujer bisexual que pasa por lesbiana, un hombre bisexual que pasa por gay…
Ser y aparentar es muy diferente. La identidad individual y cómo la sociedad la interpreta pueden diferir en gran medida. Esto ha convertido el término ‘passing’ en un concepto polémico por definir este hecho como una fachada que permite que un individuo aparente algo que no es.
Sin embargo, tal y como se ha mencionado anteriormente, no podemos controlar la asunción social sobre nuestra apariencia. Huelga decir que no toda persona manifiesta intencionadamente una identidad con la que no se identifica.
En el caso de las sexualidades no heteronormativas, hay quienes consideran que ser identificadx socialmente como heterosexual es un privilegio para homosexuales, lesbianas, bisexuales, pansexuales o asexuales. Pero, ¿no supone esto la negación de estas identidades?
El hecho de que la sociedad asuma erróneamente la identidad individual no es un privilegio. La confusión de la expresión de género y la sexualidad tampoco lo es. Así como salir del armario cada vez que alguien cree saber quién eres. En definitiva, que tu identidad no sea reconocida no es un privilegio.
Somos seres humanos y debemos respetarnos!!!
Nicole cagy
Nicolecagy@gmail.com
Los prejuicios no nos hacen ningún bien. Son una lacra que impide que la sociedad avance. Mucho modernismo, y «progres» veo yo, pero la humanidad sigue estancada. ¿Cuánta gente valora nuestra estética o apariencia en vez de nuestras habilidades en un oficio? Nuestro País sigue siendo retrógado, clasicista e inquisitorio. Debemos cambiarlo y por supuesto nuestras próximas generaciones. ??✊?