
Pyeongchang son las segundas Olimpiadas del esquiador norteamericano Gus Kenworthy, y las primeras como un atleta abiertamente gay. Al ganar una medalla de plata en Sochi, dijo que se sentía “horrible” por estar encerrado en el armario durante los Juegos Rusos.
Tras protagonizar uno de los momentos más destacados para el colectivo LGTB+ en los Juegos Olímpicos de Invierno 2018 junto a Adam Rippon, Kenworthy recupera el protagonismo gracias al beso con su novio después de participar en la prueba slopestyle.
El deportista ha confesado que no se atrevió a tener este gesto con su pareja hace cuatro años en Sochi tras conseguir la medalla de plata.In embargo, este año ha vencido el miedo para regalar al resto del mundo una de las imágenes más LGTB+ de Pyeongchang.
“Hacer eso, darle un beso, haber mostrado ese amor al mundo, es increíble. Es algo que quería haber hecho en los pasados Juegos, compartir ese beso con mi novio al final de la ronda pero era algo que me asustaba mucho”, ha confesado.
La familia del esquiador, ataviada con la bandera del arcoíris, asistió emocionada a su participación en la prueba y mostró su orgullo por el Kenworthy. El deportista ha declarado que «es fantástico estar en los Juegos y haber conseguido expresarme. Ser uno mismo sienta genial».
“Creo que eso es lo más importante del mundo para cualquiera. Ser auténtico y honesto. No es el resultado que quería, pero me siento orgulloso de representar a la comunidad LGBT“, añadió.