
El pasado sábado, 27 de abril, fue la gala final del programa emitido por Televisión Española, Prodigios, un programa que busca grandes talentos entre los jóvenes españoles y les da la oportunidad de seguir formándose. El ganador fue el joven bailarín, Saïd Ramos, que volvió a mostrar su capacidad de transmitir en el escenario, interpretando Esmeralda de Cesare Pugni. Además del gran reconocimiento a su talento y trabajo, el joven ha recibido el gran premio de 20.000 euros y un curso de perfeccionamiento intensivo en el Centro de Alto Rendimiento Musical de la Universidad Alfonso X El Sabio.
Sin embargo, estos premios no fue de lo único que Saïd Ramos disfrutó en su gran final. Tras su emotiva actuación, uno de los miembros del jurado, Nacho Duato, le dedico una vital reflexión sobre su infancia como bailarín y el orgullo que sentía de las nuevas generaciones: «Cuando te veo bailar, pienso lo joven que eres, y lo que dijiste el otro día de que quieres ganar para reivindicar el puesto del hombre en la danza, y cuando el otro día vi a tu padre, cómo te apoyaba… Yo que siempre he pasado un poco de todo y decía: bueno, si no viene mi padre es que está muy ocupado. Pero ahora pienso: ¡qué cosa más grande me he perdido!. Sigue adelante porque sé que lo vas a conseguir. Qué suerte que hayas nacido en una España libre, una España democrática, y no la que me tocó vivir a mí. Enhorabuena«.
Nacho Duato, se abrió y contó que su infancia no fue fácil, pues su entorno familiar no aceptaba que él quisiera ser bailarín. Comenzó a bailar con 13 años, era el único niño en la escuela de danza y tenía que esconder sus mallas porque los otros niños le llamaban «marica» en el colegio. Hasta su padre le pedía que «hablase como un hombre«, y reconoce que en las reuniones familiares se tenía que esconder para jugar con su prima, Ana Duato, por miedo a que alguno de sus tíos o su mismo padre, le repitieran que tenía que actuar como ‘un hombre‘.
A pesar de todo, siguió adelante y se convirtió en un gran bailarín de danza en España y ha sido reconocido en todo el mundo. No obstante, si algo lamenta es que su padre no hubiera disfrutado de sus actuaciones tanto como a él le hubiese gustado. Sus palabras emocionaron a todo el plató y además, traspasó todas las pantallas, dando a Saïd Ramos y a todxs, una gran lección de esfuerzo y constancia.