
En la primera prueba de MasterChef 8, los jueces pidieron a los concursantes hacer un plato que los definiese. Michael, concursante de esta octava edición se decantó por cocinar unos callos con patatas fritas, en un emplatado de piedra sobre otro plato grande. Michael explicó a los jueces que «La piedra que significa fuerza. Además le puse las patatas fritas para recordarme quién soy. Tuve una etapa de mi vida en la cual solo podía comer patatas fritas porque no tenía nada más que comer”.
El concursante narró en el programa su historia: “Mi mamá me echó de casa porque me preguntó si yo era gay y yo le dije que sí y entonces ella dijo prefiero tener un hijo muerto que uno gay y entonces ella me echó a la calle con dieciséis años recién cumplidos y solamente tenía patatas fritas que me regalaba la vecina de abajo”.

Michael comentó que estuvo un tiempo en la calle hasta que el Gobierno de California lo inscribió en un programa de acogida. Finalmente, consiguió una familia adorable. “Es como mi padre todavía. Gracias a él soy así”. En la actualidad, Michael vive en España desde hace diez años. Conoció a su marido en nuestro país, y se enamoró tanto de él como de nuestra gastronomía.
La historia de Michael se sigue repitiendo en la actualidad a lo largo y ancho del mundo. Por eso, nunca debemos olvidarnos de esas personas que son rechazadas y discriminadas hasta por sus propias familias por el simple hecho de ser LGTB+. Tenemos que seguir luchando para que en el futuro, nadie pueda contar estas tristes historias sobre su adolescencia.