
Libertad de expresión como justificante para la difusión de discursos de odio, como fundamento para argumentar con el pretexto de la pluralidad informativa, de la diversidad de opiniones, y del derecho del libre ejercicio de la facultad comunicativa y el libre desarrollo y divulgación de opiniones.
Últimamente se está viendo más la “cara B” -o se le está dando más visibilidad- de lo que llamamos libertad de expresión. Los discursos de odio llenan las pantallas y los debates de nuestro país, así como está ocurriendo paralelamente en el panorama internacional. El respaldo en los derechos de libertad de expresión y difusión de información pública, hace que ciertos sectores de la sociedad se sientan con la libertad de compartir discursos cargados de odio y ataques directos o indirectos hacia determinados colectivos, y sin recibir consecuencias a cambio.
Esta situación que se está dando actualmente no hace más que fortalecer los roles y las posiciones de cada sector de la sociedad, dejando así mucha más distancia entre las personas privilegiadas y las que sufren a causa de estos privilegios. El refuerzo de la posición de poder de estas personas que llenan sus bocas y nuestros espacios comunicativos televisivos de odio, intolerancia y de rechazo, hace que se vuelvan a dar pasos atrás en cuanto a todos los avances que se estaban consiguiendo.
Se han creado dos caminos en el mundo televisivo; a la vez que aparecen nuevas figuras no normativas que aportan esta diversidad, que hablan sobre temas que hasta ahora eran impensables en hora punta, y que muestran un lado más de la sociedad y reivindican la igualdad; aparecen estas otras figuras nacidas y reforzadas por el sistema cisheteropatriarcal en el que nos situamos como sociedad para difundir estos discursos tan típicos, repetitivos, pero a su vez efectivos, cargados de odio, inquina y hostilidad.
Y, ¿cómo compensar esta balanza cada vez más desequilibrada? ¿Cómo se puede tolerar, consentir y autorizar, a este tipo de personas y sus discursos? ¿Por qué se les permite aparecer en un medio público para lanzar esta maldad sin que tengan miedo de ser penalizados de alguna manera?
De alguna forma hay que volver a hacer que esta balanza se desequilibre, pero esta vez a favor del discurso de la tolerancia, el respeto, la diversidad, la comprensión, y asertividad. La lucha es constante.