
Una vez más, el programa de El Hormiguero volvió a sorprendernos y emocionarnos con uno de sus famosos experimentos sociales en los que reúne a abuelos y abuelas de España para hablar y tratar temas de la actualidad. En este último que realizó el pasado miércoles, el formato presentado por Pablo Motos, reunía en una misma sala a personas de más de 90 años con jóvenes de 20 años para que comparasen sus experiencias en cuanto a las relaciones personales, el amor y la identidad.
De este modo, a ambas generaciones se les hicieron preguntas de todo tipo, como por ejemplo, con cuántas personas habían estado. Los abuelos respondían a ella confesando con sola una, la misma persona con la que se casaron. Sin embargo, los jóvenes confesaban haber podido estar desde «unas 20» hasta 40. Un número que dejó a los más mayores sorprendidos, sobre todo cuando los veinteañeros aclararon además su rechazo hacia la idea de casarse y estar con una persona toda la vida.

Tras varias preguntas de este tipo, el momento más icónico y ejemplar del experimento llegaba cuando las dos generaciones hablaban sobre la identidad de género, un tema del que los abuelos mostraron su desconocimiento, e incluso su desconcierto después de conocerlo.
«Me identifico como género no binario, no me identifico ni con ser hombre, ni con ser mujer. No soy ninguna de las dos cosas», explicaba Bin, de la generación más joven a un abuelo. Una explicación que el octogenario tras entenderla se la comentaba a su mujer. «Es una persona que está entre ser hombre y ser mujer» le decía el abuelo a lo que añadía al final: «¿Cómo la tratarías tú?»
Fue a partir de esta pregunta cuando la mujer de 90 años, pese a haberse criado y educado en una época totalmente diferente a la actual y en la que se desconocía lo que era el género no binario, respondía con total sinceridad y mostrando todo un ejemplo de tolerancia y respeto hacia la diversidad. «La trataría lo mejor posible», dijo la mujer.

Una respuesta ejemplar para toda la sociedad en la que aún siguen existiendo discursos de odio y conductas de discriminación hacia las personas no binarias y toda la comunidad LGTB+. Así pues y de esta forma tan bonita y sencilla, la abuela conseguía sacarle una sonrisa a Bin.
Además de la identidad de género de Bin, los abuelos y jóvenes también protagonizaron momentos de risas al intentar explicar las diferentes orientaciones sexuales. En uno de esos casos, una joven le explicaba a los mayores que era lesbiana, a lo que contestaba uno de los abuelos: «¿Libiana?». Una respuesta que provocó risas entre todas las personas de la sala, y a la que una señora mirando a la mujer que había dicho lo de lesbiana, le decía: «Tranquila, que de esas hay muchas. Tú tranquila».
Con estas reacciones tan sinceras y encantadoras, los abuelos y abuelas han demostrado que la edad o la época en la que se ha crecido y educado, no es un impedimento para adaptarse a la sociedad actual y tratar a las personas de la forma que quieran ser tratadas. Un ejemplo más de que una sociedad sin odio es posible solo si todos y todas ponemos de nuestra parte para abrazar a la diversidad y respetar todo tipo de identidades.