
El concepto de apego se refiere al proceso de vinculación emocional que tienen los seres humanos con sus primeros cuidadores y es originado en la infancia. En la edad adulta, el apego juega un papel crucial en las relaciones con nuestros iguales, provocando la tendencia a buscar y mantener la proximidad y el contacto con determinadas personas que nos proveerán una potencial seguridad psicológica y/o física.
El apego se compone de dos dimensiones básicas: ansiedad por abandono y evitación de la intimidad. La primera se refiere a un excesivo miedo al rechazo y abandono por parte de la figura de apego; la segunda dimensión consiste en la incomodidad con la proximidad y la intimidad. Dependiendo del nivel de ansiedad y evitación, el apego se divide en diferentes estilos: seguro (baja evitación y ansiedad), evitativo (alta evitación y baja ansiedad), ansioso (baja evitación y alta ansiedad) y temeroso (alta evitación y alta ansiedad).
Pero, ¿por qué es importante saber sobre el apego?
Dentro de la comunidad LGBTIAQ+, el apego se expresa dentro del contexto de las relaciones de pareja. Por lo que no importa si son parejas trans, inter o cisgénero, si son parejas del mismo sexo o de distinto (aludiendo a la bisexualidad, pansexualidad, demisexualidad o alguna otra orientación sexual que no sea la homosexualidad), en las relaciones románticas entre adultos, el apego se manifiesta a través de la proximidad, la intimidad y la necesidad de seguridad en el otro, así como, el afrontamiento a la pérdida del ser amado.
Por lo tanto, las experiencias emocionales que se relacionan con el enamoramiento, la vinculación (y el mantenimiento de ésta) y las reacciones ante la pérdida (o la amenaza de pérdida) de la pareja se expresarán de determinada manera según el estilo de apego que tenga la persona.
Sin embargo, una relación es sana cuando ambos miembros de la pareja presentan mayormente un estilo de apego seguro, este estilo hace que exista mayor satisfacción con la relación de pareja y satisfacción sexual, además, ambos miembros pueden intimar de forma eficiente y no tienen problema con abrirse emocionalmente. Todo esto influye de manera positiva en otros aspectos de la relación como una buena comunicación, confianza plena, menos celos y, si la relación termina, existe mayor éxito de sobreponerse a la ruptura.
De manera individual, el apego se presenta en la forma en como uno(a) se relaciona consigo mism(a) y con su propia sexualidad LGBTIAQ+. Si una persona se acepta, se valora y se ama a sí misma por quien es, es más probable que presente un apego seguro. Es por esto que, personas con niveles altos de LGBTIAQ+fobia interiorizada difícilmente puedan presentar un apego seguro al momento de vincularse románticamente. Esto podría afectar gravemente la relación de pareja, así como a ambos miembros de la pareja.
Llegar a tener un apego seguro cuesta esfuerzo (y tiempo) en desarrollarlo pero no significa que sea imposible. Trabajar en un(a) mismo(a) desde lo interno, desarrollar la propia inteligencia emocional y social, ser cada día más asertivo y comunicarnos mejor con otros son características que desarrollan dicho apego.
En conclusión, tenemos que enfocarnos en crecer como personas sanas tanto en lo físico, mental y social. Recordemos que una persona con un bienestar integral es capaz de responder a las demandas que el ambiente exige, de ser más resolutivo (a), de tomar decisiones positivas, de saber cuándo es necesario pedir ayuda y, sobre todo, de ser más feliz y capaz de relacionarnos sanamente con nuestra pareja y seres queridos.
Sin más que decir, finalizo este texto con las siguientes preguntas para la introspección:
¿Qué estilo de apego tienes la mayor parte de tu vida?
Si está en una relación de pareja, ¿de qué manera te relacionas con ella según los estilos de apego?
Y por último, ¿qué tienes que hacer para desarrollar de manera más eficaz tu apego seguro?
Así que, queridos(as) lectores(as) les deseo…
¡FELICES ORGASMOS!