
El pasado 9 de febrero se inauguró el Centro de Interpretación de Ocaña en Cantillana (CIOC), un espacio para exhibir la obra del artista José María Ocaña y motivar el estudio de su figura.

Ubicado en la calle San Francisco del pueblo natal de Ocaña, el CIOC tiene como sede la iglesia del Convento de San Francisco, edificio que data del siglo XVII.

El CIOC ha permitido que Ocaña, artista valorado por su producción pictórica y su defensa activa de los derechos LGTB+, regrese a su pueblo gracias a la reunión de su obra en este centro, que cuenta con pinturas, fotografías, esculturas, carteles y performances.

Ante un acto tan importante, los hermanos del artista (Antonio, Luisa, Jesús, Juan Manuel y Rafael) formaron parte activa de la inauguración y destacaron su compromiso social:
«[Ocaña] sigue ganando batallas después de muerto», declaró Rafael.

Ocaña, más allá del personaje
José Pérez Ocaña nació el 24 de marzo de 1947 en Cantillana (Sevilla). Las tradiciones y las fiestas de su pueblo, el matriarcado y las mantoneras determinaron su obra hasta el punto de ser elementos esenciales.
Pintor autodidacta, se declaró abiertamente homosexual y anarquista, y emigró a Barcelona en la década de los setenta. En la ciudad condal, se convirtió en una figura habitual de los espacios contracultura, alternativos y modernos.

Su arte no se limitó a la pintura, sino que experimentó con diversas disciplinas, como las performances. Todo esto originó el nacimiento de un personaje, icono del movimiento por la igualdad de derechos. Entre sus obras, destacan los paseos que realizaba disfrazado por la ciudad para organizar espectáculos únicos e irrepetibles.
Una obra clave para conocer mejor a Ocaña es el documental Ocaña, retrato intermitente (Ventura Pons, 1978). Este largometraje constituye un homenaje a la figura del pintor, que recuerda su vida ante la cámara del cineasta catalán.
A consecuencia de un accidente en una performance, falleció en 1983 a los 36 años. El disfraz de Sol que portaba durante el pasacalles en Cantillana prendió y le causó heridas que no superó. Este fue el origen del mito de Ocaña, cuya alma tiene ahora un hogar eterno en el Centro de Interpretación de Ocaña en Cantillana.
