
El verano está a la vuelta de la esquina y es hora de desempolvar y renovar el fondo de armario para disfrutar del sol, las fiestas y -por qué no decirlo- de nuestros cuerpos. Así, el bañador turbo (o Speedo) se convierte en una de las opciones para hacerlo. Sin embargo, ¿cómo se ha convertido en una prenda tan controvertida?
Siglo XX: Speed on in your SPEEDOs
Alexander MacRae, escocés en busca de fortuna, llega a Sydney y crea en 1914 la marca Fortitude para ropa interior con tejidos de punto. Su primera prenda, alejada del estilo minimal del speedo actual, cubre de hombros al bajo de la cintura. Su uso reiterado por atletas que batían records, como el nadador Arne Borg, hace de este un potente signo de masculinidad.
Tras varios cambios de longitudes, celebridades como Elvis, comienzan a mostrar sus torsos por las playas del mundo. Otro ejemplo es el de Alfredo Landa. El ‘macho ibérico español’ se atreve con un speedo en películas como Manolo la nuit (1973), mostrándose con naturalidad.

De la metrosexualidad y la naturalidad al hermetismo y la vergüenza
Siguiendo la estela y el éxito que cosechan los trajes de baño, actores con cuerpos apolíneos, como Arnold Schwarzenegger, comienzan a mostrarse con speedos. No obstante, cuando se consolida como traje de baño por autonomasia, llegan Los Vigilantes de la Playa (1989). La serie protagonizada por David Hasselhoff y Pamela Anderson, muestra a los macizos y heteros vigilantes con bañadores rojos, largos y holgados. Su fama mundial repercute en la popularización de este tipo de bañadores para hombres que quieren lucir como ellos, relegando los turbo al pasado.
La moda y el culto al cuerpo
Los hombres entran al siglo XXI con el bañador bóxer como elección común. Esto, sumado al comienzo del culto al cuerpo y disciplinas como el culturismo, hace que los turbo comiencen a asociarse de nuevo al deporte o a los armarios más atrevidos.

Todo ello se une a las pasa- relas y revistas de lifestyle, donde muestran a modelos (como Jon Kortajarena o el propio Giorgio Armani) y celebrities (como David Bechkam, Gianluca Vacchi o Luke Evans) en turbos. El miedo se apodera así de los hombres heterosexuales más cerrados al verlos luciendo cuerpo y terminan por relegarlos.


Ahora, aunque estén presentes en playas LGTBIfriendly, como Maspalomas o Ibiza, entre otras;
la opinión pública está dividida. Unos piensan en el turbo como el mejor amigo del hombre homosexual para ligar. Otros, lo asocian a chicos musculosos sin grasa corporal o deportistas de élite, como Xavi o Diego Simeone, entre otros.


Y aquí cabe preguntarse: ¿y si son la seguridad en nosotros mismos o la comodidad los principales motivos por los que se elige el turbo en vez del ‘rodillero’? Piénsalo, si Alfredo Landa pudo, tú también.