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Poemas y Relatos Lésbicos: Fantasía

Tras 'Ella y 1950', 'De madrugada' y 'No es opción' la escritora Sandra Ropero entrega un nuevo relato de amor y erotismo lésbico. 'Fantasía'

Fantasía

 
Compartimos una copa de vino, medio desnudas, 
escuchando música indie de fondo; el incienso 
se consumía, y allí, en el cielo, el hidrógeno 
de las estrellas. “Me gusta que me abracen”, 
decías, para sentirte protegida.
 
Sin embargo, no sé si fueron tus ojos azules 
recordándome a Cephei o las ganas de morder 
tu clavícula sobresaliendo por tu piel. 
 
Quise beber de ti o más bien, beberte. 
Me tocabas el alma con los dedos helados, 
en un invierno sincero.

 

No es opción

Sigilosamente llega y me revoluciona
con su tacto ardiente y timidez, con su 
mirada felina y zapatos de ballet.
 
Su energía brota. Su inocencia me provoca con leyes universales y cartas astrales. 
Baila en cualquier escenario sin importarle el qué dirán, llora con la gran belleza y ríe cuando se pone nerviosa 
ante una discusión absurda. 
Además, le gusta la cerveza, dormir desnuda y mis rincones.
 
Y tú, en serio, ¿aún te preguntas como me pude enamorar de una mujer?

 

Ella y 1950

Ella tenía el mundo a sus pies y era capaz de hacerla reír con tan solo un parpadeo. Era erotismo a cualquier hora del día. Ella se describía como la mujer de hielo, pero a mí no me engañaba, pues vi los vellos de sus brazos erizarse con poesía.

Ella era un espectáculo de danza cuando caminaba, que hipnotizaba y te hacía suspirar. Y no puedes ni imaginar lo bien que se veían con el corazón desnudo después de una noche de rocío y música de fondo.

Pero el problema entre ellas realmente no era lo que sentían. El problema fue conocerse en una época que de libertad se carecía, y si con suerte no te fusilaban te mandaban a la cárcel por maleante, peligrosa o vaga.

 

De madrugada

Fiera carnívora deseosa de placer.
Despierta en la noche buscando a su presa.
Estaba caliente, empapada y mi mano
empezó a moverse por instinto.
Era inevitable no rendirme a la tentación
de inundarme entre los rincones de su cuerpo.
Se mordía el labio entre gemido y gemido hasta venirse.
Pude sentir los latidos tras las paredes de su vagina.
Recogí su alma después del orgasmo y
de nuevo quedamos dormidas.

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