
Iván Garrido, activista por los derechos LGTB+ y psicólogo, no conoce la vida sin VIH. El virus le fue transmitido durante el embarazo por su madre, que era drogadicta y sufría maltrato por parte de su padre, que también lo era.
Su camino para llegar hasta donde se encuentra hoy no ha estado exento de obstáculos. El VIH, el bulliyng y una familia desestructurada marcaron profundamente a un niño que hoy hace todo lo posible por ayudar a personas en su misma situación.
En 1991, la medicación para evitar la transmisión del VIH de la madre al hijo no era conocida y las probabilidades de muerte muy altas. Él mismo cuenta: “me quedaban tres meses de vida, pero en el último momento, llegó mi flotador. Un nuevo tratamiento. Me recuperé lentamente”
Su madre murió cuando apenas tenía 7 años, así que sus abuelos se hicieron cargo de él. Su infancia se desarrolló entre los pasillos del hospital, y su adolescencia entre los de un colegio del Opus Dei, extremadamente religioso en el que tuvo que soportar insultos y agresiones físicas por su orientación sexual. Tras un año sin poder asistir a clase acudió al Defensor del Menor.
Iván está convencido de que la principal motivación de sus acosadores no era el hecho de ser homosexual, sino demostrar que tenía “mucha pluma”.

Volvió a casa de su abuela tras vivir unos años en Barcelona buscando una vida nueva y ahora ha decidido hacer pública su situación para que otras personas puedan sentirse empoderadas al verse reflejadas en él.
La belleza de las cicatrices es el libro que ha escrito para contar su historia. Además es el fundador del Proyecto Kintsugi, una asociación sin ánimo de lucro con una filosofía de vida clara. Explica que es “arte japonés que restaura piezas de cerámica rotas y baña las grietas en oro. El resultado son piezas únicas, valiosas e irremplazables”. Él confiesa que se rompió en todos los trozos posibles, y supo recomponerse.
Además, quiere
“enseñar a las personas que esas cicatrices, si las sabes reconstruir y trabajar, al final demuestran a la sociedad que, realmente, siendo únicos e irreemplazables tenemos ese poder, ese valor añadido”.
También hace divulgación en TikTok para luchar contra los estigmas y los prejuicios.