
Ocurre muchas veces que en pleno siglo XXI, cuando pensamos en biografías, dudamos entre si el resultado dará lugar a un ejercicio egocéntrico o realmente la obra será de relevancia.
Además, en el momento en que este tipo de obras se ligan a famosos o influencers, las personas que nos dedicamos a valorar la literatura de forma un poco más academicista o, al menos, no nos la planteamos como un mero acto de diversión, sentimos cierta animadversión hacia ellas, puesto que hemos asociado biografía de influencer a capitalismo editorial.
Sin embargo, a veces aparecen – como un oasis en el desierto, todo sea dicho – obras de este tipo que consiguen confirmar lo que dice el saber popular y es que toda norma tiene su excepción.
Hace menos de un mes, Juanito Libritos (profesor, booktuber y activista LGTB+) anunciaba que su nueva obra autobiográfica Mariquita salía al mercado. Esta sería la primera vez que Juan nos deleitara siendo sujeto del arte de escribir y no un mero espectador o difusor de la literatura.
Mariquita se nos presentaba como un cómic confeccionado en su totalidad por el propio autor. Esto nos sorprendió a muchos ya que no conocíamos esas cualidades en él (de lo cual ahora nos arrepentimos enormemente, puesto que hemos visto un inmenso potencial que debería haber sido explotado mucho antes).
Como le pasa a Juanito en la vida real, al abrir el libro encontramos una calidez que nos envuelve desde la primera página. Es cierto que se trata de una biografía dura, que nos muestra los sinsabores de haber crecido como niño gay en un entorno rural de Andalucía en las últimas décadas del siglo XX; sin embargo, hay algo en la escritura y en el trazo de Juan que te hace sentir no solo dentro del relato -a veces como espectador, otras como protagonista-, sino que te muestra que, a pesar de todas las dificultades vitales, cabe una sonrisa detrás de una realidad tan descorazonada.
Frente a la tristeza que sobrecoge la narración del bullying, las vivencias familiares adversas o el hecho de que la falta de referentes generara homofobia en el propio protagonista, todo el relato muestra guiños y chascarrillos que te hacen recobrar una sonrisa, como si, en el fondo, el niño Juan hubiera vuelto para enseñarnos que la esperanza es lo último que se pierde.
De este modo, este autor malagueño ha conseguido no solo mostrar una realidad que, de una forma u otra, todas las personas que pertenecemos al colectivo LGTB+ hemos vivido, sino que, además ha facilitado que, a diferencia de lo que le ocurrió a él, la infancia de muchas personas ya no tenga que implicar un espacio en blanco.
Así pues, asumimos que esta otra obra se ha convertido ya en un nuevo referente en el que encontrarnos y con el que enjugar y curar nuestras lágrimas y heridas pasadas. Puesto que, debido a la publicación de Mariquita, aprendemos sobre la biografía de Juan, sí, pero también podremos enseñar de una forma amena y cercana a las jóvenes generaciones que nos siguen que lo pasado no nos hace únicos, sino que formamos parte de una comunidad que comparte muchas vivencias y que Juan es solo uno de los muchos que seguimos viendo cómo la sociedad aún no nos acepta sin reparos.
Y aunque aún seguimos mostrando narrativas donde el dolor se convierte en tópico, debemos asumir que este tipo de obras son las que generan intrahistoria. Por tanto, tenemos que contarlas como un ejercicio de armonización e igualdad, pero también de empoderamiento frente al mundo para conseguir en un futuro no muy lejano que haya muchos Juanes adultos que miren a su niñez como una época feliz y fácil de recordar.