
La realidad -al menos mi realidad- se ha materializado en las páginas en las que Sergio Bero cuenta la historia de Dave y Eric, una relación un tanto cuestionable. ¿Cuestionable? Sí, pero es el tipo de conexión que a todos nos gusta. Ese toque de insatisfacción y lucha que nos vuelve locos, nos ciega, y hace que queramos perseguir un futuro tóxico, doliente y apabullante.
Por si fuera poco, se suma el factor distancia, ¿quién no ha fantaseado con la idea de tomar un tren para conocer a esa persona con la que llevas hablando meses por Instagram o Whatsapp? Todos nos hemos sentido viajeros por amor en algún momento de nuestras vidas. Callejeros Viajeros se queda corto al lado de recorrer unos 500 km para encontrarte con la persona que crees que será tu compañero de vida por los restos de los restos.
Sergio Bero acerca al lector una situación que para muchos es satírica, pero para otros una representación y materialización de una historia de amor vivida. En mi caso, nunca he viajado para conocer a mi chico ideal -lo haría-, pero conozco de cerca las técnicas de manipulación, mentiras y celos enfermizos que los protagonistas de la historia comparten.
Conozco -de muy cerca, repito- la frustración de no recibir una contestación, no dormir por esperar un mensaje de: “Pienso en ti”, y también conozco que es sentirse desarmado ante a quién darías tus cinco sentidos por ver feliz.
Los sentimientos que he descrito son perfectamente reconocibles y estoy seguro que todos los hemos vivido, por desgracia. El autor ha sabido generar esa incomodidad y nerviosismo que experimentamos en una discusión telemática, esas discusiones que carecen de sentido, porque, qué mejor que cara a cara, sin teclear, sin gritar a una pantalla, sin llorar a solas. Sentirse desarmado nunca ha dolido tanto si tu única arma es la rapidez para contestar a mensajes, mensajes de reproches, falsos “Te Quiero” y mi favorito: “Confía en mí”.
No todo acaba aquí, Eric, tiene novio, Alex. Imaginaos cómo se complica la situación, increíble. Ahora sí, se enturbia la historia mucho más, ¿verdad? Sin quererlo, de pronto, te encuentras en un triángulo amoroso “luchando” por la persona que quieres.
El aspecto que hace que cuestione quiénes somos como humanos y nuestros principios, es la lucha de desprestigio y manipulación a la que podemos llegar para conseguir nuestro fin: un hombre. ¿Habéis leído? Un hombre por favor, no estamos hablando de un bolso Birkin de Hermés.
Al menos a mí, me produciría mucho más placer y orgasmos –seguramente-, un bolso que no cualquiera puede tener, que un falso Adán que se cansará de mí en cuestión de meses por mi supuesta “intensidad” y se irá con el primero que le parezca.
¡Arriba los Birkin de Hermés y abajo los hombres básicos!
-Alejandro Navarro Ruiz, dolido por amor
Aún no nos queda del todo claro que vivimos en un mundo no solo repleto de hombres, sino de personas maravillosas que encajan con nuestros pareceres sin necesidad de traicionar nuestros principios. Esos principios, son algunos que en mi caso, mis padres me inculcaron en su momento: transparencia, empatía y entereza.
Como un sentimiento -el amor- que nos transforma en débiles animales al devenir de los buenos momentos con tu amado, nos convierte en feroces fieras que pelean por algo que posiblemente, desde el inicio, desde el primer mensaje, esté muerto y evocado al fracaso.
¿Pesimista o realista? Lo cierto es que los extremos no son del todo buenos, pero si algo nos diferencia de los animales, es la capacidad de discernir que nos hace bien y que nos hace mal. Y queridos compañeros, una relación a distancia donde nuestro “amado” cuenta con OTRO “amado”, ¡No va a llegar a buen puerto!
La obra de Sergio Bero llega para abrir los ojos ante prácticas que se han normalizado en las relaciones. Considero que mi persona se encuentra dentro de una corriente –que he creado yo mismo- denominada “tradicionalismo moderno”. Esta, mezcla desde el punto de vista del amor romántico, prácticas tradicionales y prácticas modernas.
¡Podéis firmar la iniciativa de “Tradicionalismo Moderno en el Amor” en change.org! Aunque si alguna vez habéis puesto los cuernos, ¡ni os acerquéis!
Para acabar, Cierto que miento es un espejo en el que todos nos podríamos ver reflejados. Leedlo, atended, y lo más importante, aprended, de lo que sí y de lo que no. De lo que es tóxico y de lo que es amor. De lo que es hiriente y de lo que es sanador. En definitiva, de lo que es ser un hombre con principios, y de lo que es ser un gran gilipollas, lo siento por la expresión, pero es así.
Un clamor a la eliminación de chantajes, manipulación y sufrimiento. Un clamor a la felicidad, tranquilidad y estabilidad.
En definitiva, si has sufrido por amor, no eres el único. YO, mi bolso Birkin de Hermés y Sergio Bero con Cierto que miento estamos aquí para demostrarte que en el camino de la vida no hay obstáculos, hay imbéciles. Una vez más, lo siento por la expresión pero es así ¿verdad?