
Hola y bienvenidos, ya estoy aquí de nuevo, y esta vez por fin puedo decir que no ha tenido que pasar tanto tiempo desde la última vez.
Antes de empezar con mi escritura, quisiera dar las gracias a la revista Togayther y por confiar en mis reseñas y por compartirlas con todos sus lectores a través de la versión digital de este magacin que aunque cuente con una corta trayectoria, viene pisando muy muy fuerte.
Creo que ya os hable en mi anterior reseña de la sinceridad a la hora de opinar sobre un libro, así que en este caso no vamos a hacer una excepción. La obra que hoy os resumo, ‘Sebastián en la laguna’, puede ser quizás la que más trabajo me costó entender hasta ahora, en una ocasión hasta tuve que ponerme en contacto con su autor para que me echara una mano, y dada la dulzura de José Luis Serrano no tuve ningún problema, por supuesto.
Ya una vez cogido el hilo y captado el mensaje que encierra este tomo, son muchos los detalles que me gustaría describir para vosotros. El primero que comparto es uno que llamó mi atención desde el primer momento: cómo fue la entrada del virus del sida en nuestro país, en los primeros años de los revoltosos 80.
Los que son de mi generación o más pequeños, hemos visto este tema reducido a algunos casos puntuales en algún informativo, o a esos anuncios de televisión para concienciarnos sobre esta peligrosa enfermedad. La historia nos muestra cómo en otros tiempos no tan lejanos, muchos vieron marchitar poco a poco sin remedio a amigos y familiares por un virus tan difícil de curar y tan fácil de prevenir.
Pero hay algo atrapado en este bello ejemplar que me atrajo aun mas, quizás fue por el trabajo que me costó entenderlo o por lo que me gusta el tema que abarca en general.
En ‘Sebastián en la laguna’ se pueden mezclar dos sentimientos imprescindibles en cualquier persona para poder tener una vida plena, el amor y los recuerdos.
En el amor, aquí no tenemos un tipo de amor cualquiera, aquí presenciamos el amor de verano, ese que casi todos tuvimos al menos una vez en la vida, y que aun que probablemente ya no se sepa nada de esa persona a todos nos sale una sonrisa tímida cada vez que nos viene su recuerdo. Fue una experiencia única, hermosa y en muchas ocasiones adornada con todo tipo de elementos estivales como la fina tierra de una hermosa playa o el césped de alguna piscina pública, pero por desgracia este amor suele morir cuando acaba ese verano y volvemos cada uno a nuestra rutina de siempre en la que ese amor ya no tiene cabida.
Creo que en este caso todos podemos identificarnos con el protagonista y en cierta manera, al menos en mi caso, nos ayuda quizás a entender interrogantes que quedaron en el aire cuando vivimos aquella pasión veraniega.
El sexo, es algo también muy presente en este relato, su autor José Luis, nos hace entender que el amor y el sexo pueden ir muy juntos o muy distanciados, o como en algunas personas que llegan a practicar sexo continuamente y de manera promiscua, por ser esta su manera de sentir o de buscar el amor.
Para acabar, aquí os dejo la frase que para mí puede resumir esta maravillosa novela:
“Los recuerdos son una forma de aferrarte a las cosas que amas, las cosas que eres y las cosas que no quieres perder”.
Y ya sabéis que si os gusta mi reseña, siempre agradeceré los comentarios constructivos que queráis dejarme.