Legislacion

El momento en el que Túnez estuvo a punto de despenalizar la homosexualidad

Una de las noticias que más impacto deberían haber tenido en la sociedad LGTB+ del planeta entero era la posibilidad de despenalizar la homosexualidad en Túnez, un país islámico, corazón de la Primavera Árabe, y que hasta hace muy poco tuvo un candidato a la presidencia del país abiertamente gay

No nos vamos a engañar. Túnez es un país donde la homosexualidad es un delito y está castigada con penas que van desde multas hasta tres años de cárcel. Además de ello, las autoridades suelen forzar a los varones «acusados de homosexualidad» a pruebas anales forzadas, las cuales serían inaceptables en países europeos. Si el varón se niega a pasar por la prueba, se le condena con la prisión (entre varios meses y los tres años).

Además de ello, el martirio legal se duplica con el rechazo social. No es extraño escuchar en el país historias de personas que han sido expulsadas de su propia casa, apalizadas en lugares públicos y vejadas y humilladas públicamente. Está claro que Túnez es una joyita de país.

A finales del mes de julio, la noticia salía a la luz. Mounir Baatour, presidente del Partido Liberal tunecino, abogado y fundador de la asociación LGTBShams (شمس,“Sol” en árabe), se presentaba como candidato a la presidencia de Túnez para las elecciones de octubre. Su campaña no se centraba en los derechos LGTB+, sin embargo era un punto importante con prioridad en ser llevado a cabo. El propio Baatour había declarado que los partidos islamistas “no respetan la democracia” y afirmaba que la política basada en el fundamentalismo islámico “es la incubadora del extremismo y el antagonismo”.

Despenalizar homosexualidad Túnez
La activista feminista tunecina Amina Tyler en el locutorio de la Shams Rad

Túnez ostenta de tener en su territorio una de las sociedades más partidarias de la democracia y la modernidad de todo el mundo árabe. En cuestiones LGTB+, la homosexualidad está condenada a través de una ley existente desde que Túnez era un protectorado francés de la época colonial, concretamente el artículo 230 del Código Penal tunecino. Sin embargo, desde el comienzo de la Primavera Árabe en 2011, la rigidez de las leyes homófobas y la LGTBfobia social han ido decreciendo ligeramente (recordemos que estamos en un país islámico donde la religión es base en la vida de los tunecinos). En 2015, Mounir Baatour participó en la fundación de Shams, cuya sede es clandestina. Además, la asociación cuenta con la primera emisora de radio LGTB+ de todo el mundo árabe, la Shams Rad, también clandestina. Durante esta década, el país norafricano ha experimentado un ligero cambio social que ha dado lugar a un mayor aperturismo en sus gentes, pero la homofobia sigue estando en vigor. En el mismo 2015, vecinos de la ciudad de Kairuán denunciaron a la policía a seis estudiantes por ser homosexuales, los cuales fueron condenados a la pena máxima, tres años de prisión, y a cinco años de destierro de la ciudad. Además de estos casos de homofobia, en Túnez aún se realizan esos abominables tests anales a hombres para comprobar si han practicado la sodomía (como siempre, el básico cisheteropatriarcado dando por hecho que todos los gays practicamos únicamente el sexo anal). La sociedad LGTB+ tunecina y la asociación Shamshan denunciado estas deleznables pruebas que atentan contra la intimidad de las personas.

Volvemos a la política para comentar qué ha ocurrido en Túnez: La retirada de Mounir Baatour de la candidatura supuso un duelo entre los candidatos Kaïs Saïd (independiente) y Nabil Karoui (Qalb Tounes “El corazón de Túnez”). Saïd es un jurista especializado en Derecho Constitucional y ha ejercido la docencia en las universidades de Túnez y Susa. Se caracteriza por ideología de derechas, a caballo entre la moderada y la extrema con toques anarquistas, islamista y defensora del idioma árabe clásico, rechazando los dialectos modernos de calle, un pensamiento caótico y clasista. Por otro lado, Nabil Karoui, a quien Mounir Baatour había mostrado su apoyo, es un magnate millonario, fundador de la cadena de televisión Nessmay fue el candidato favorito a las elecciones tunecinas hasta su acusación y encarcelamiento por blanqueo de capitales. Este hecho fue crucial para que Kaïs Saïd, el veterano profesor universitario, se ganara la simpatía de la mayoría de tunecinos, obteniendo así la presidencia del gobierno de Túnez.

Despenalizar homosexualidad Túnez
Pintadas contra la homofobia en la plaza Kasbah de Túnez, Thessa Lageman

Entre los simpatizantes de Saïd se encuentran el partido islamista Ennahdahy un 90% de los jóvenes de entre 18 y 25 años que votaron el pasado 13 de octubre. Saïd no tiene ningún interés en mejorar la situación legal y social del colectivo LGTB+ y otros grupos sociales como las mujeres, por lo que nuestrxs hermanxs de Túnez están relegados a vivir en la misma situación que antes de surgir la Primavera Árabe.

Mounir Baatour compartió recientemente en su Twitter un comunicado de Shamsen el que se afirma que Saïd ha conseguido ganar las elecciones haciendo uso del populismo nacionalista y se comunica que exigirán derogar el artículo 230 del Código Penal y liberar a todos los presos en Túnez por ser quienes son, entre otras cosas. Tras conocerse los resultados de las elecciones, Baatour comunicó en su cuenta de Twitter que “estoy triste por mi país. Los apoyos de Kaïs Saïd son bien conocidos, reúnen a los conservadores, los islamistas más radicales, los oportunistas de última hora, pero sobre todo a los nacionalistas árabes antisemitas. Un areópago no muy propicio para la paz y para convivir juntos”.

En menos de una semana habrá elecciones en nuestro país, y los sondeos otorgan la tercera fuerza a la derecha más rancia que tiene poder en el Congreso. ¿Vamos a dejar que ocurra lo mismo que en Túnez?

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