Aprovecho que el domingo despierta con nubes y con amenaza de lluvias para ver el Deluxe de ayer, salí a comprarme una alfombra para el comedor y a cenar con mi novio y mis padres y no pude ver el programa en directo. Cuando busco el programa íntegro avanzo los minutos hasta llegar a la entrevista de Anabel Pantoja, pues he visto unos pantallazos dónde admite sentir miedo de mandar vídeos ligeros de ropa a su fontanero. La adoro.
Anabel lleva una semana buscando una excusa para justificar su fracaso en Sola el nuevo ‘reality’ de Telecinco y que tiene como objetivo convivir consigo mismo durante el máximo de días posibles, bien, pues ella no logra estar sola más de una semana. Se agobia y pide abandonar, siendo recibida por sus compañeros de ‘Sálvame’ como una auténtica fracasada pero creo que se equivocan, Anabel es reina y señora, una heroína sin capa.
La pantojita, que es como le llaman para hacerle daño, aunque ella se lo toma como un gran halago, reapareció ayer para contar que sufría una adicción a unas pastillas tranquilizantes, confesando que para ella eran un problema muy serio. En ese momento tengo un flash y recuerdo cuando Rosa Benito admitió haber tenido malas ideas con una caja de Lexatin. En los dos casos veo una intención de hacer show, de entretener y de pasar por temas muy serios pero siendo lo suficientemente laxas como para no ser criticadas.
Creo que Anabel sufre día a día por no saber defender sus apariciones en televisión, si va a un ‘reality’ tiene miedo de fracasar, si va a Sálvame le asusta no hablar lo suficiente y este miedo constante hace que poco a poco saque la verdadera estrella que es.
Recuerdo que en enero se publicó que Sálvame iba a prescindir de ella y que solamente acudiría al programa en ocasiones contadas para hablar de su familia pero si esta noticia fuese cierta, creo que sus jefes se dieron cuenta del error antes de formalizar su despido.
Anabel es esa prima que todos queremos tener. Recuerdo el día que hicieron una videollamada con ella para que animase a Pepiteitor y de nuevo, Anabel se convirtió en la protagonista por ir bastante hidratada en medio de unas dunas, acompañada de unos amigos que le seguían las risas. Anabel es espontánea y ya no necesita ni a su tía ni a sus primos para salir en la tele.
Su vida vive del fracaso continuo, de empezar una dieta y dejarla a los dos días, de hacer deporte mientras se bebe una Coca-Cola o de quererse casar pero tener que anularlo porque una pandemia mundial amenaza con exterminarnos a todos. Su desastre es el nuestro y esto señoras, se paga.
