CulturaDestacadas

La número uno

Ha pasado un mes desde que en una playa de Portugal, a través de mi teléfono móvil, recibí una noticia que me conmocionó: Jane Birkin había fallecido a los 76 años

No podía creerlo. Justo el día de antes había pensado en ella cuando me compré un capazo hecho a mano igualito que el que ella lució durante los años 60 y 70. Puse La decadanse, la música hizo su efecto y derramé una lágrima. Con toda seguridad sé que no fui el único desconcertado, pero Jane… Mi Jane… Mi icono número uno había desaparecido…

Porque Jane era mucho más que un icono pop. Era esa figura de referencia absoluta que me enseñó un estilo de vida. Sin ser la mejor actriz, demostró que se pueden dar interpretaciones memorables y trabajar con directores tan distintos como Antonioni, Deray o Varda. Sin ser la mejor cantante, llenó con su personalidad algunas de las letras más bonitas del pop francés, y sin seguir modas y tendencias, supo instaurar un nuevo canon cuyo legado sigue vigente.

Definida como “el primer sex symbol con dientes grandes, piernas feas y sin pecho”, lejos de esconder estas características, Jane se mostró abiertamente sexual combinando y abrazando distintas contradicciones: podía ser ingenua y sarcástica, lolita y mamá, pinup y “chico fallido” (como se describía en la canción Di doo Dah). Esta ambigüedad quedó retratada en películas como Je t’aime moi non plus (1976), donde tras ser confundida con un chico, tenía una tórrida historia con el icono gay Joe Dallesandro o en La Pirate (1984), en la que interpretaba a una mujer que se debatía entre el amor de su marido y el de una chica más joven. Fue precisamente en el estreno de esta última en el festival de Cannes, donde se defendió de las críticas que provocó el tema lésbico: “Creo que no hay barreras para esta clase de amor. Masculino o femenino”. Y no fue la única vez que dio la cara:

En febrero de 1971.M. MCKEOWN/GETTY IMAGES
En febrero de 1971.M. MCKEOWN/GETTY IMAGES

Jane salió a la calle en 1968 reclamando el derecho a abortar y en 1995 junto a la asociación AIDES para mejorar la situación de los enfermos de sida, también se pronunció contra la extrema derecha en 2002 y hasta llegó a pedirle a Hermès en 2015 que rebautizara el bolso que llevaba su nombre al conocer las prácticas que se llevaban a cabo para fabricarlo.

Jane fue la prueba fehaciente de que el estilo y la belleza nunca se van cuando uno cultiva su interior, de que cuando uno acepta y abraza sus imperfecciones puede llegar a sitios que ni se ha atrevido a imaginar. Y por eso, siempre será la número uno para mí.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba