
El cineasta cubano Carlos Lechuga nos traslada a la Cuba de 1983 para mostrar la adversidad en un contexto donde se penaliza la diversidad.
Ambientada en la Cuba de 1983, Santa y Andrés retrata el contexto social de la revolución cubana liderada por Fidel Castro. Tras derrocar al dictador Fulgencio Batista, el movimiento revolucionario de izquierdas otorgó el poder a Castro e instauró un régimen opresor contra aquellos considerados contrarios al gobierno recién establecido.
La película, dirigida por el cineasta cubano Carlos Lechuga, se centra en la existencia de los grupos que, según sus ideales y valores, atentaban contra la revolución. Ubicada en el oriente de Cuba, Santa y Andrés presenta a sus dos protagonistas en un ambiente hostil y desolador: Santa (Lola Amores) es enviada a custodiar a Andrés (Eduardo Martínez) para evitar altercados durante la visita de líderes políticos con motivo de la celebración de un evento importante en el país.
Basada en las órdenes del gobierno que condenan a cualquiera en contra de la moral comunista, la misión de Santa es vigilar a Andrés y velar por que no abandone su casa durante tres días. Como si de una reclusión se tratase, Andrés es sometido a la mirada escrutadora de Santa, que permanece alerta siempre y nunca baja la guardia a pesar de desconocer la realidad del hombre de cincuenta años al que vigila.
En un contexto en el que ser religioso, artista, homosexual o escritor es razón para sufrir rechazo y vejaciones, Andrés es considerado peligroso por partida doble. Escritor y homosexual, vive repudiado de la sociedad en una casa aún por construir. La llegada de Santa marca un cambio en su rutina, donde el único vínculo con el exterior es la radio y las visitas de los vecinos.
El pavor y la animadversión hacia lo contrarrevolucionario provoca una la relación distante entre recluido y vigilante, que, gracias a una tormenta, se transforma en un acercamiento inesperado que favorece un cambio de posturas. Santa, por primera vez, siente interés por la verdad detrás de Andrés, a quien descubre una persona muy diferente del sujeto peligroso que le describieron.
Incluido en la escoria del país, Andrés es un gusano, tal y como denomina el gobierno a los disidentes: acusado de propaganda contrarrevolucionaria, su orientación sexual agrava su peligrosidad social. En un ambiente caracterizado por la opresión, las agresiones homófobas y los tratamientos de conversión sexual son mecanismos de control sobre los grupos contrarios al comunismo.
Santa, que considera estar contribuyendo a la revolución, es testigo de la brutalidad del régimen. El vínculo con Andrés y la verdad detrás de las fichas policiales motiva el encuentro de dos personas atormentadas por un contexto que no comprende su realidad. Santa y Andrés descubren que el «enemigo» no es quien pensaban, el peligro real es muy diferente.
Santa y Andrés es un relato de supervivencia, protagonizado por dos personas que encuentran la esperanza en la oposición. Carlos Lechuga construye una historia sobre la diferencia y su comprensión para la unión de vidas que se enriquecen y hallan un nuevo sentido gracias a su conexión. Frente a la adversidad, diversidad.
Premiada en diversos festivales, como el Festival de Cine de Guadalajara y el Festival de Cine Internacional de Miami, Santa y Andrés está disponible en el catálogo de Filmin.