
Han pasado más de 60 años desde que se estrenara Con faldas y a lo loco, el clásico de Billy Wilder, donde en un desopilante final Daphne se quita la peluca descubriendo que en realidad es Jerry, un hombre. “Nadie es perfecto” le responde Osgood, aceptando su identidad y renovando sus votos por ella/él, regalándonos uno de los desenlaces más queers de la historia del cine.
No hay mejor excusa para hablar de drags en la pantalla que el disfrute de ver una película que nos haga sonreír. Lo que hace grande a Everybody’s Talking About Jamie (2021) es centrar el relato en un adolescente que quiere ser drag. Nadie nunca antes se había atrevido a tanto. Es un comming of age que celebra la diversidad a muy temprana edad demostrando la enorme influencia que ha tenido RuPaul y su Drag Races en las nuevas generaciones.
De trama algo tontona, Kinky Boots (2005) logró trascender la pantalla cuando Harvey Fierstein se asoció a Cyndi Lauper para convertirla en un musical éxito de taquilla que recorrió el mundo estrenándose, además de en Broadway y el West End, en Madrid, Buenos Aires, Seúl, Tokio y Manila, entre otras ciudades. El sexo está en los tacones es una canción para soltarse el cabello, vestirse de reina, pintarse y salir a la calle empoderadas.

En ambas versiones de Hairspray (2007/1988), tan maravillosas como diferentes entre sí, Edna Turnblad, la madre de Tracy, la adolescente protagonista del relato, es interpretada por un hombre. ¿Edna es una ‘mujer real’? ¿Acaso eso importa? Pues no. De eso se trata. De romper los preconceptos relacionados con el género y la identidad, celebrando la diversidad, incluso en lo que a talles se refiere, ya que Hairspray es un gran canto contra la gordofobia.
Priscilla, la reina del desierto (1994), es el nombre de la caravana con la que dos Drag Queens y una mujer transgénero viajarán a través de Australia para llegar a hacer un show en Alice Springs. Como toda road movie, el camino es una excusa para conocerse mejor y abrir su corazón a las demás. También es la excusa perfecta para una banda sonora plagada de himnos gais que nos obliga a subir el volumen.
Finalmente, reina entre las reinas, The Rocky Horror Picture Show (1975), no tardó en convertirse en una película de culto que trasciende los públicos y las épocas. Es una celebración de lo freak, un circo de personajes tan únicos que, en las presentaciones, el público participa no sólo cantando, sino también aportando su vestuario y atrezzo. Os aseguro que he visto a más de un colega ‘abiertamente’ heterosexual maquillado y travestido a lo Frank-N-Furter cantar a lo loca sobre la butaca.
Lo realmente bello de estas películas es que logran ir más allá de utilizar al travestismo como conflicto para hacer avanzar la trama. Son todas ellas una celebración del arte drag. Quizás esta sea la razón por la que la gran mayoría de las películas protagonizadas por Drag Queens acaban convirtiéndose en musicales. Porque nos permiten ser aquello que querramos ¡e incluso celebrarlo!